miércoles, 31 de diciembre de 2008

UNAMUNO

El Buitre.

Este buitre voraz de ceño torvo
que me devora las entrañas fiero
y es mi único constante compañero
labra mis penas con su pico corvo.

El día en que le toque el postrer sorbo
apurar de mi negra sangre, quiero
que me dejéis con él solo y señero
un momento, sin nadie como estorbo.

Pues quiero, triunfo haciendo mi agonía
mientras él mi último despojo traga,
sorprender en sus ojos la sombría

mirada al ver la suerte que le amaga
sin esta presa en que satisfacía
el hambre atroz que nunca se le apaga.

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Miguel de Unamuno nació en España, específicamente en la ciudad de Bilbao (1864-1931).
Fue poeta, novelista y ensayista. A quiénes de nosotros no nos hicieron alguna vez leer en la escuela las novelas Niebla, Abel Sánchez o Nada menos que todo un hombre??
Poseía un gran dominio de la pluma, frente al género que fuera. En lo personal, destaco su talento poético y más aún, sus sonetos, como aquel que transcribo arriba de estas líneas.
A veces se nos olvida que existieron enormes poetas. Poetas de verdad. Sí, hubo poetas de verdad y los sigue habiendo. Las actuales generaciones miran de soslayo a los clásicos y a los más recientes, intentando producir poesía carente de contenido, de imágenes, de impactos y terminan por adherirse a la denominada antipoesía (que sigue siendo poesía). Para nadie es un misterio que en Chile, Nicanor Parra remeció el ambiente literario con este nuevo concepto y vaya que lo hizo, con calidad, ingenio e indiscutible talento. No obstante, como suele suceder con los próceres, generó epígonos que han terminado por convertir el término en un mero escudo panfletario a enrostrar a aquellos que no le ven órganos a sus creaciones. Claro, un poema o antipoema, debe tener órganos: corazón, riñones, cerebro, hasta intestinos y jugos gástricos. Así sucedió con los clásicos y así sucedió con muchos poetas que vinieron después (y algunos de los cuales todavía están entre nosotros).
No quiero exponer una diatriba contra los poetas que se sientan aludidos con el párrafo anterior, pero creo necesario reforzar y recordar a fuerza de poesía químicamente pura y potente, que tal género no es un juego para balbuceantes que con un par de líneas inconexas, se dicen poetas.
Invito a degustar el fino soneto de Unamuno, su rima consonante perfecta llena de melodía, sus endecasílabos bellos y las imágenes que se pueden apreciar entre líneas. ESTO ES POESÍA...