viernes, 19 de septiembre de 2008

BENEDETTI, LA TREGUA


Mario Benedetti, escritor uruguayo de vasta producción literaria, publicó en el año 1960 la novela "La Tregua". En ella describe, mediante un relato en primera persona y en forma de diario de vida, los acontecimientos en que se ve inmerso un hombre próximo a su jubilación. Su vida experimenta un vuelco cuando llegan a la oficina en la que trabaja, unos muchachos jóvenes que requieren de cierta orientación primaria. Ese vuelco se debe fundamentalmente a la única mujer del grupo, Avellaneda. Poco a poco, Martín Santomé - el protagonista - comienza a sentirse atraído por la joven, al nivel de ilusionarse con ella. Busca fórmulas específicas para abordarla y confesarle sus sentimientos, hasta que finalmente lo consigue y obtiene una sorpresiva reciprocidad.

En esta novela me encontré con uno de los párrafos más melancólicos y significativos que haya leído en libro alguno. Se halla inserto en la página 173 de la edición Pehuén (1986) y la trascribo textual:

"Lunes 24 de Febrero:

Es evidente que Dios me concedió un destino oscuro. Ni siquiera cruel. Simplemente oscuro. Es evidente que me concedió una tregua. Al principio me resistí a creer que eso pudiera ser la felicidad. Me resistí con todas mis fuerzas, después me di por vencido y lo creí. Pero no era la felicidad, era sólo una tregua. Ahora estoy otra vez metido en mi destino. Y es más oscuro que antes, mucho más".

En ese pequeño párrafo, lleno de una dolorosa objetividad y con el cual el protagonista asume su visión realista de la vida o de lo que le tocó vivir, se encuentra la maravillosa síntesis de la novela, su corazón triste y palpitante.

Para el común de la gente joven, el tema de esta narración pareciera no resultar interesante; sin embargo, cuando se comienza a leer, un misterioso embozo cubre al lector y lo acerca fraternalmente al Sr. Santomé. Nos invita a comprender el mundo del cursimente denominado "adulto mayor", sus sentimientos, sus inquietudes, sus deseos, sus preocupaciones por sus hijos, por su entorno, por enfocar de la manera más digna lo que la vida le depara.
Avellaneda simboliza la fuente de la juventud, el nuevo comienzo o el despertar a aquello que Martín creía guardado en un lejano y dulce pasado. Pero como él mismo lo indica, sólo se trataba de una tregua.
Cuántos de nosotros nos hemos ilusionado con la felicidad, cuántos de nosotros hemos experimentado, sentido, palpado un poco de ella. Al leer este libro, podemos comprender que muchas de esas experiencias sólo fueron treguas. Y como tales, debemos empeñarnos en vivirlas a total plenitud, porque son breves, esporádicas, efímeras.
Reconozco en Mario Benedetti a un gran escritor, a un creador inagotable (novela, cuento, poesía, ensayo, teatro), pero principalmente, reconozco en él, a un ser capaz de remecernos y despertarnos de esta vida material y superflua, en la que muchas veces somos incapaces de mirar al costado y preguntarnos qué siente nuestro entorno, nuestros padres, nuestra pareja, nuestros hijos, hermanos, amigos, compañeros de trabajo, etc. Sin embargo, nos recuerda también, que al enfrentar tales treguas, debemos abrazarnos a ella con la inmediatez que su breve palpitar destella.